jueves, 27 de diciembre de 2007

Marruecos V

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MARTES DADES-ZAGORA

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Como ya era habitual al comienzo de nuestras jornadas, nos levantamos tempranito, poco después de amanecer, y después de un suculento desayuno, emprendimos marcha hacia Quarzazate, moderna ciudad que deberíamos atravesar para luego enfilarnos hacia nuestro destino final de la jornada. Además, queríamos tomar una pista que paralela al Valle del Drâa y atravesando un gran palmeral, nos introduciría en Zagora por la parte este de la ciudad.
Poco después de salir del hotel, nos hicimos unas cuantas fotos en una preciosa y angosta garganta la cual deberíamos atravesar para poder ir abandonando el valle. Enseguida empezó a llover ligeramente y estuvimos a punto de detener la marcha para ponernos los chubasqueros y así evitar una ducha matinal inesperada y fría.

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FOTOS TIPICAS EN UNA GARGANTA DEL DADES

En la serpenteantes bajadas del valle, tuvimos que ir con mucho cuidado, ya que la poca agua que estaba cayendo, hacia muy peligroso el descenso de las mismas.

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SALIENDO DEL DADES

Una vez fuera del Dades, repostamos nuestras motos y ya no paramos hasta llegar a Quarzazate. Al entrar a esta ciudad, nos topamos con un montón de ktms aparcadas y paramos algo asombrados para ver de que se trataba, nos explicaron que organizaban viajes desde Europa en avión, y aquí montaban salidas por la zona.

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CON LAS KTM DED QUARZAZATE

Deberíais de haber visto la cara de Miguel al ver tantas monturas de su misma marca juntas, parecía que había visto un espejismo en mitad del desierto.
Después de charlar un buen rato con los dueños del suculento negocio, compramos pan y salimos de la ciudad en dirección Zagora. A la hora mas o menos de salir y después de divisar una especie de oasis en mitad del escarpado paisaje, salimos bruscamente del asfalto en dirección a el, con el fin de hacer un poco de picnic y descansar nuestro trasero, que ya se estaba volviendo a quejar.

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PARADA A COMER EN EL PEQUEÑO OASIS

Emprendimos la marcha de nuevo y después de atravesar un precioso puerto con curvas muy reviradas y paisajes espectaculares, llegamos a Agdz, lugar donde repostamos y nos tomamos unas cocacolas en la terracita de un bar. Recuerdo que el calor era sofocante, y después de descansar un rato y fumarnos algún cigarro (Jorge y un servidor) reemprendimos la marcha para encontrarnos al cabo de unos kilómetros con el impresionante palmeral del Valle del Drâa.

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VISTAS DESDE ARRIBA DEL PUERTO

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PARADA A REPOSTAR EN AGDZ

Siguiendo indicaciones del GPS nos salimos del asfalto para adentrarnos en el valle por una pista algo pedregosa pero bastante bien conservada. Esta iba rodeando los huertos de palmeras de un lado a otro y atravesando de vez en cuando alguna pequeña aldea con casas hechas de adobe y polvorientas calles. Yo iba el primero y se me hacia bastante difícil guiar por este entresijo de pistas que se ramificaban sin previo aviso, hasta que al final me perdí. Menos mal que Ricardo me hecho una mano y conseguimos coger la buena, no sin antes ser perseguidos por los niños de una aldea cercana, que al detenernos para comprobar que ruta era la buena, nos empezaron a rodear para ver si sacaban algo.

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NIÑOS ACECHANDONOS

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FUERA DE RUTA

También nos llamo la atención, que al atravesar una de las aldeas anteriormente mencionadas y casi a la salida de ella, un grupo de niños estaban tumbados en el suelo no se con que fin, si el de que nos detuviésemos, o el de darnos un susto de muerte, que es al fin y al cabo lo que consiguieron.

Una imagen que se nos quedó a todos los miembros del grupo, fue que poco antes de finalizar la pista, esta pasaba de unos cuatro metros de anchura a otra mucho mas ancha que no me dio tiempo a medir, debido a la velocidad que iba y a lo concentrado que estaba. Esta parecía un campo de aviación y te invitaba a ir en paralelo con lo demás miembros del komando, como si de una película de Jamen Bond se tratase. Saliendo ya de la misma nos detuvimos a descansar, estábamos algo sudados y polvorientos, como si terminaramos de acabar una etapa del Paris-Dakar. Al cabo ya de un buen rato y después de comentar alguna anécdota que otra, como la de Ricardo que según nos dijo, en un badén en mitad de la pista que el polvo agazapó, salió volando como si fuera un participante de una carrera de enduro.

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CARAS DE LOS COMPONENTES A LA SALIDA DE PISTA

Al poco se nos acercó una mobylette con un lugareño, ataviado con un mono de color verde, el cual se dirigió a nosotros con un perfecto español, se trataba de Alí el Gordito, que amablemente nos invitaba a visitar su taller en Zagora, que por cierto, poco después, y en ese mismo día visitaríamos, por un problema que tubo Jorge con una de sus bombillas.

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FOTO CON ALI EL GORDITO

Desde aquí ya nos fuimos directos al hotel y después de darnos una ducha como de costumbre, nos apresuramos a coger nuestras motos para irnos de compras a Zagora, como les prometí a mis compañeros de viaje.

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VISITA AL TALLER DE ALI

Una vez nos refrigeramos con unas Coca-Colas en una terracita del lugar, nos tocaba adentrarnos en alguna de las tienda de la zona, para comprar los suvenirs que luego repartiríamos al llegar a la península.

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TOMANDO ALGO EN ZAGORA

Yo ya sabía a que tienda dirigirme de entre las muchas que había por allí, pues el año pasado ya estuve por la zona. Sin dudarlo, aparque mi moto delante de la tienda de Mohamed, el cual, al verme desde dentro y ante las estupefactas miradas de mis compañeros de viaje, este se abalanzó sobre mi, dándome un intensísimo abrazo y por supuesto, saludar a los demás e invitarnos a entrar en su colorida tienda a tomar el te, como es costumbre por estos lejanas tierras del sur de Marruecos. Parece mentira que Mohamed, después de que visitara yo su tienda el año pasado junto a Quid, Jose LC8, Sergi y Paco LC4, aun se acordara de mi.

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COMPRANDO EN LA TIENDA DE MOHAMED

No recuerdo muy bien el tiempo que estuvimos con Mohamed, pero lo que es bien cierto es que se pasó volando, ya que solo con ver el arte del regateo que tenía nuestro anfitrión, desconectabas de lo demás y no tenias ninguna prisa en partir hacia el hotel.
Después de comprar pañuelos bereber, chilabas, anillos, pulseras y demás recuerdos de la zona, emprendimos la marcha hacia el hotel, el cual estaba a la salida del pueblo dirección sur, para una vez allí, sentarnos a cenar y a comentar infinidades de anécdotas que nos habían ocurrido en el día de hoy. Una vez bien cenados y como siempre, después del te, mi compañero de habitación, Ricardo, y yo, invitamos a nuestros compañeros de viaje a tomar un ron con cola en la terracita de nuestra habitación, para acabar de comentar lo acontecido en el día y replantearnos un poco el itinerario del día siguiente.
Despidiéndonos de nuestros anfitriones y ya sobre la una de la madrugada, nos metimos en la cama, pues al día siguiente y después de varios cientos de kilómetros, nos encontraríamos con el final de etapa mas esperado, Erg Chebbi, centro neurálgico de Marruecos en cuanto se refiere a dunas y pistas de arena.




MARRUECOS VI: http://cronicasdesalvags.blogspot.com/2007/12/marruecos-vi.html
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